sábado, 21 de febrero de 2009

EMILIO LLEDÓ. UNA REFLEXIÓN SOBRE EL TIEMPO, EL DIÁLOGO Y LA ESCRITURA QUE SE CONFORMA COMO TRADICIÓN.


"El diálogo es la renovación y presencia del logos; la constatación de que todo lenguaje no existe sino como posibilidad de compartirlo. Este hecho no sólo pone de manifiesto la esencial estructura del lenguaje, sino que la capacidad de percibirlo implica, además, la inteligencia de lo percibido, la apertura de su sentido. Percibir las palabras es, por consiguiente, descubrir que en el inmediato presente que las intuye se anuncia la apertura de su germinación. Por ello, el lenguaje es, sustancialmente, tiempo. Viene siempre del pasado y en cuanto pasado; pero en el momento en que, como germen, o sea como posibilidad, llega a realizarse en la consciencia, se proyecta hacia el futuro de sus múltiples sentidos, hacia el futuro de su interpretación. Cada palabra incorpora en ella el suelo histórico que la conserva y, al mismo tiempo, el territorio de la mente en la que, consigo misma o en el diálogo con otros -o sea, con el futuro-, germina y fructifica. Plantar y sembrar, como dice el texto platónico, es la confirmación metafórica de esa realidad temporal en la que se forja la palabra. Pero la temporalidad, para que realmente lo sea, necesita un anclaje que evite al lenguaje esfumarse en los sucesivos y fugaces "ahoras" en los que apenas se insinúa su sentido. El fundamento arranca al lenguaje de la inercia y proclividad temporal, para relfejarlo en otro espacio en el que, al lado del natural fluir, fluye a otro ritmo, e incluso en otro cauce el universo del significado, donde se explicita y donde, teóricamente, se van haciendo visibles sus significaciones".


Emilio LLedó, El surco del tiempo.

domingo, 8 de febrero de 2009

EL TITÁNICO ESFUERZO DEL OPOSITOR



No hay nada más sacrificado que el trabajo de un opositor. Éste no es una persona normal. Tiene un nombre que define lo que es: “opositor”. Como si hubiera que distinguir a este ser –que ni come ni duerme— del resto de los mortales.

En el balance que uno hace cuando se presenta a las oposiciones hay un debe y un haber. Lo positivo, como un día me comentaron, es la “victoria moral” –la de aquel que ha sacado una nota inmejorable, pero que se ha visto superado por una “legión” de interinos—. También es cierto que uno gana en responsabilidad, hábito de esfuerzo y en formación (que por otro lado no te sirve de nada si no tienes la oportunidad de dedicarte a la docencia). Pero lo negativo también es muy significativo. Yo, en concreto, por poco y me quedo calvo con 28 años. ¡Hay que aprender a pasar los malos ratos, el estrés y el miedo a fracasar de la mejor manera posible! Y eso por no mencionar los días llenos de ansiedad. Ansiedad provocada por la imaginación. Imaginarte que después de todo el sacrificio las cosas vayan mal y todo se convierta en una experiencia sin sentido. Pero bueno, ahí queda todo. Posiblemente algunas personas pierdan algunos años de vida por los excesos de una etapa tan frustrante. Todos los días (incluidos fines de semana) estudiando doce horas, comiendo rápido y mal, careciendo de la más mínima relación social con los demás, falto de afecto de los que quieres y te quieren. ¡Para qué seguir…!

Pero como ocurre en el mundo de las drogas esto no sólo te afecta a tí. Además afecta a los seres que te rodean lo que ocurre de distintos modos y dependiendo de las circunstancias de cada cual. Así, es posible que en tu casa todos tengan en cuenta tu situación y se priven de hacer cosas que podrían molestar tu labor. Recuerdo a mi sobrino con poco menos de un año entrando a mi casa y a mi hermana tapándole la boca. ¡Qué fastidio que esto haya tenido que ser así! Y, ¿qué decir del esfuerzo de los que hacen posible económicamente tu trabajo? Cuánto esfuerzo empleado en conseguir el dinero para la Academia, las fotocopias, el material didáctico, el transporte, etc. Porque "no se" si sabéis que los opositores "no ganan un duro"...

Pero ahí están sentados en la Junta nuestros queridos funcionarios públicos, elaborando leyes que son capaces de acabar ya de partida con todo este titánico esfuerzo, el esfuerzo de alguien que es capaz de dejarse la vida en el intento e incluso arrastrando con él a muchos de los que le rodean. Este tema ya ha sido motivo de opinión en este blog en “Un desafío al artículo 14 de la Constitución Española”. Pero como dice mi amigo José David la actual convocatoria de oposiciones no sólo es un atentado contra dicho artículo. Con unas palabras llenas de inteligencia comentaba mi artículo en un correo electrónico. Estas palabras merecen una transcripción literal: “este sistema es un atentado contra todos los artículos que tienen que ver con la educación en general (del 27 en adelante) e incluso con los que tienen que ver con la Administración General del Estado, que finge transparencia e igualdad de oportunidades para gestionar el empleo que ofrece y que, como todo lo público, consiste en un festín que pagamos entre todos para que sólo se diviertan los mismos de siempre. ¡Con que sólo le cambiaran el nombre a la pantomima de las oposiciones ya sería algo revelador! Porque no es una prueba para contrastar méritos ni capacidades, ni habilidades ni conocimiento; simplemente es un simulacro, algo así como si los que hemos concurrido varias veces al show "vírgenes" e inexpertos, nos pusieran a formar un equipo de fútbol y nos ofrecieran jugar directamente la final de la Champions contra el Barça de hoy, y nos garantizasen que si les ganamos conseguiríamos la plaza. ¿Es posible dicho triunfo? ¡Por supuesto que sí, aunque poco probable! Pero es que hay un matiz que es el quid de la cuestión. Y es que el partido no comienza 0-0, sino que cuando el equipo que formamos salimos al campo vemos que en el marcador pone 10-0 a favor del "Interinos Club de la Junta". ¿Sigue siendo posible la proeza? Sí, pero casi que no...”.

Después de todo, sólo queda animarse. Pensar que –como dice Manolo García en una de sus canciones más conocidas— “nunca el tiempo es perdido”. Que en esto consiste vivir. En luchar por mejorar y hacer posible un mundo mejor. Y esto es hacer que nuestro entorno sea más acogedor. Por esto doy las gracias a mi familia, a mis amigos y a mi novia, por aguantarme en esos momentos. Quizá haya una cosa buena detrás de todo esto y es que si esto no me ha desanimado me ha hecho más fuerte. Al contrario de lo que le ocurre a aquellos que ya están cómodamente instalados en el sistema. Me refiero a aquellos débiles que sólo quieren permanecer en lo ya conquistado y que no tienen ni un ápice del sentido de la justicia –aquel que Kant había creído que todos los humanos compartimos—.